El banco para hablar

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El banco para hablar

domingo, 10 de octubre de 2010

PRIMER DÍA EN ESTELÍ

La habitación tenía una cama grande, de la que parecía salir un imán que atraía mi cuerpo sin compasión, mientras mi anfitriona seguía hablando yo la oía cada vez mas lejos

-......mi nombre es Anabel, mi esposo y mi hijito están dormidos, mañana los verá por acá, al lado tenés el baño

-Gracias, gracias, mañana hablamos

-Si mañana, mañan........

Ella continuaba hablando pero yo solo oía unos ruidos que no reconocía mientras el cansancio me vencía. Me quité la ropa y fui al aseo; era un espacio sin pavimento en el suelo, una tabla caída y la falta de retrete me sugirió que ese era el vater, levante la madera y ¡ cierto ! ahí estaba el agujero, había ademas dos barreños y una palangana pequeña de plástico, en la pared un tubo acodado parecía hacer el oficio de ducha, abrí el grifo pero no salió ni una gota de agua, en uno de los barreños había un poco, lo suficiente para enjuagarme las manos. Después me acosté. A lo lejos se oían sonidos graves- booooouuuummm- ,seguidos de otros mas cercanos agudos y metálicos-tatatttttttrrrrr-, están lejos me decía para mis adentros, lejos...lejos...me dormí con esos sonidos.

Por la mañana el silencio era impresionante-quizá un alto al fuego-, también lo era el olor del café que llegaba hasta la habitación, entré en el aseo con la esperanza que lo que recordaba fuese un sueño, no lo era, el vater era tal y como lo he contado. Me anime con el olor del café y siguiendo su rastro fui en busca de una taza a la cocina

-Buenos días- dije a una jovencita de unos 12 a 14 años- creía que estaría Anabel

-Muy buenos días señora, ¡ay no ! la señorita Anabel está para el Centro de Salud es dentista, el señor Augusto anda en la Trinidad es médico, ahorita Director del Hospital y el chigüin en la escuela, solo me encuentro en la casa yo que soy Camila, para lo que guste mandar, le preparé cafetito y unos frijolitos, la ayuda este mes no llegó a tiempo, habrá que esperar al barco un poco mas para tener arroz, sin arroz no se puede hacer nada.......

El café estaba delicioso, caliente y con un olor especial como si tuviera vainilla , sin azúcar -por supuesto- y clarito, nada de color negro, marrón oscuro diría yo. Los frijoles estaban triturados, al lado en un bol unos trozos de plátano, Camila me señalaba que tenía que coger un trozo de plátano y con él una porción de frijoles, como se percató que yo no entendía y mientras hablaba de las maravillas culinarias que le había enseñado su madre a hacer con el arroz, lo hizo un par de veces para que yo siguiera sus pasos, así lo hice y me comí todo lo que me había preparado, no estaba tan bueno como el café pero, como decía mi madre, a buen hambre no hay pan duro, me resultó delicioso.


(mi casa en Estelí a la derecha)

Vinieron a recogerme algunos componentes de la brigada todos estaban maravillados del alojamiento que tenía- menos Gustavito, que tenía una buena casa-, los demás vivían en casas donde los chanchos (cerdos) compartían espacio con niños y enseres, se dormía en jergones de paja de maíz en el suelo y se comía con las manos en un perol común para todos, ni decir que no había aseo, ni para aguas mayores ni menores- al corral a la vista de todos- y para lavarse , pues la esponja viajera cuando estaban durmiendo. Así que di gracias a los dioses por cuidar de mi.


(casa de Pepe)



(acompañando a María a su casa)



(plaza principal)



(Pepe y yo saliendo del Ranchito, de tomar ron Flor de Caña y cerveza Victoria, después de 20 días en Estelí)


A las cuatro de la tarde nos convocaron en el edificio del FEDSALUD (federación de trabajadores de la salud), allí nos recibieron Dña.Alicia Huete y Gladys , ambas responsables nuestras en todo el tiempo que durase la estancia en Estelí.


(Dña.Alicia)

Nos presentaron a los responsables de seguridad de cada cuadra- allí no había calles, tenías que tomar un punto de referencia, pe. la Texaco y contar las cuadras que había en dirección al río o a la montaña, pero ¿donde estaba el río y donde la montaña?-, en caso de ataque los niños y los internacionalistas teníamos que seguir a estas personas y teníamos que conocer en cada casa la ubicación de las armas, por si no podíamos huir.
A las 5 de la tarde sonaría el toque de queda y todos tendríamos que estar en nuestras casas

También nos entregaron los distintos destinos en que trabajaríamos, el doctorcito y la enfermera en el Hospital.



(Gladys y su nietecita)

Al salir, los compañeros de seguridad nos enseñaron La Casa del Salvador- los dueños eran refugiados salvadoreños- un pequeño café limpio y fresco donde se podían comer buenos tacos y repochetas mientras hablabas de todo tipo de temas, desde las cooperativas agrícolas hasta las incursiones de la contra, estaban al tanto de las bajas que se producían en el frente y por donde se andaban los contrarrevolucionarios.

Al llegar a casa me encontré la casa vacía, en la cocina no había nada que llevarse a la boca, la nevera- de las de hielo-estaba vacía, no había ni hielo para enfriarla, anochecía e intente encender la luz, pero no se encendía la bombilla que colgaba del techo, me había olvidado preguntar a Camila por el agua, me dejé caer en la cama y me dormí vestida. No se cuanto tiempo estuve así, me despertaron las voces que venían de la pared contigua al aseo y otra vez oí los bombardeos y las ráfagas de metralleta; al cabo de un rato tocaron a la puerta

-Señora Laura soy Anabel disculpe pero las obligaciones son lo primero, procure colocar los cubos bajo la tubería y deje el grifo abierto, a las tres a.m. nos toca el servicio de agua, es bien importante disponer de agua, la saludo y que descanse.

Para cuando quise abrir la puerta ya se había ido, pero la luz se hizo y pude escribir en mi bitácora antes de que se fuera lo siguiente: quiero irme de aquí, me siento asustada y sola, no se nada, tengo hambre, estoy sucia y todo me es ajeno.


Me acoste ahogando los sollozos con la almohada , los mocos y las lágrimas se me juntaban y de esa forma me dormí.

Aprendí a dormir boca abajo porque duele menos el estómago en esa posición cuando está vacío.

Me está costando mucho volver atrás, pero merece la pena sentir el cambio que se ha producido en mí.

Besos a todas/os y continuaré relatando mi viaje.